sábado, 4 de febrero de 2017

MANUEL ISIDORO BELZU

Manuel Isidoro Belzú (1808-1865), militar y político Boliviano, presidente de la República (1848-1855). Nació en La Paz. Destacó pronto por su valor, alcanzando en 1847 el grado de coronel. En 1848 depuso a José Ballivián y se hizo con el poder, que detentó entre 1848 y 1855. Durante su mandato se adoptaron diversas medidas para defender las propiedades de la Iglesia y de los extranjeros y reformó la Constitución. La expulsión del representante Peruano en Bolivia fue el origen de un conflicto que llevó a Belzú a apoderarse de algunas poblaciones fronterizas de Perú. Después de renunciar a su cargo, en favor de su yerno Jorge Córdoba, residió en Europa durante diez años. A su regreso encabezó una revuelta contra el presidente Mariano Melgarejo (1864-1871) pronto fracasada. Nacido en una humilde familia de La Paz, realizó sus primeros estudios en la escuela de los monjes franciscanos, de la que se escapó siendo un mucha­cho para incorporarse a los ejér­citos patriotas en la batalla de Zepita. Su brillante comporta­miento le valió ser nombrado ayudante del general Agustín Gamarra, a quien abandonó cuando el ejército Peruano in­vadió el territorio boliviano en 1828.
De regreso en su patria, se alistó en el batallón primero de Bolivia y se le asignó como desti­no la localidad de Cobija, en la región Litoral, de donde escapó, para luego ser confinado en la fortaleza de Oruro. Más tarde, el general Ballivián lo destinó a Ta­rija, donde conoció a su futura es­posa, la Argentina Juana Manuela Gorriti, una mujer cultivada, afi­cionada a las letras y a las artes, con la cual Belzu tendría dos hijas: Edelmira y Mercedes. Manuel Isidoro Belzu tuvo una destacada actuación en la batalla de Ingavi, que le valió el ascenso al cargo de coronel. Asimismo, fue un desta­cado participante en los hechos militares del periodo de la Confe­deración. Un acontecimiento de corte personal desempeñó un pa­pel destacado en el curso de la carrera política de Belzu. En efec­to, en cierta ocasión, al regresar a su casa de Oruro encontró a su amigo, el general Ballivián, cortejando a su esposa. La indig­nación le llevó a disparar contra Ballivián pero no consiguió aca­bar con su vida. Este hecho marcó el inicio de una tremenda ene­mistad entre ambos hombres. De inmediato, el coronel Belzu se puso a las órdenes del presidente José Miguel de Velasco, que lo nombré ministro de Guerra. Más tarde, Belzu se enfrentó a Velasco y lo venció en la batalla de Yam­paráez.
A partir de entonces, Belzu se transformó en un enemigo declarado de las clases dominan­tes de Bolivia, en particular de Ballivián y sus seguidores. Gober­nó entre 1848 y 1855 y su administración se caracterizó por el enorme apoyo que le proporcio­naron las masas populares lo que encendió aún más la oposición de los sectores dominantes, como lo demuestra el hecho de que su go­bierno debió enfrentar más de 30 conatos y subversiones en dife­rentes distritos del país. No obs­tante, a pesar de la inestabilidad política que caracterizó ese perio­do de la historia Boliviana, en su obra de gobierno destaca la revi­sión de los códigos Penal, Civil y de Procedimiento, y la reforma de los símbolos nacionales mediante la Ley del Congreso del 5 de no­viembre de 1851, que establecía los colores del pabellón nacional (rojo, amarillo y verde). Agotado por las constantes luchas y en­frentamientos, renunció al poder ante el Congreso Nacional, que rechazó su dimisión, por lo que se vio obligado a convocar elec­ciones, el 1 de mayo de 1855. Al terminar su gobierno, viajó a Eu­ropa en misión diplomática, de donde regresó en 1865, año de su asesinato en La Paz.

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